lunes, 15 de noviembre de 2010

EL PLACER DE NO CONOCERTE

La comodidad de la ignorancia
nos permite transitar sin herirnos.
Desde el valle de la superficialidad
parecemos más seguros,
quizás hasta nos vemos bellos.
Ridículamente interesantes o misteriosos.
Por qué alzar la mirada al risco
o escarbar dentro? Lo vale?

Ahora me importa más el hacerme oír
que el escucharte,
y aún más, que nos entreguemos al silencio.
Así sabrás menos de mí.
Y de lo que sé, que tal vez sea mucho,
quizás poco, pero ese poco,
en algún instante pudiera ser suficiente. 

No sé por qué pretendes
congeniar conmigo.
Realmente te importa o es mera cortesía?
No nos hace falta.
Por qué la condescendencia?
Qué pérdida de tiempo, no lo crees?
Te apreciaba más cuando te conocía menos.

Qué hermoso era cuando
 coincidíamos en la calle o el pasillo,
 la mirada apática
o la sonrisa amable, ambas eran francas,
entonces podía albergar la idea
de que tenías mucho qué ofrecer
y poco qué pedir,
que quizás te parecieras a mí,
o mejor aún, me superaras.

Me he quedado sin el placer
de no conocerte.

No hay comentarios: