miércoles, 10 de noviembre de 2010

NOSOTROS, LOS FALSOS CAIDOS

¡Dinos qué te hicimos!
por qué tanto odio
sobre nosotros, apenas te conocimos,
¿por qué crees merecer prematuro podio?

¿Por qué nos convidas de tus traumas?
malgastas tu tiempo sorbiendo el mal,
haciendo de tu andar un patético drama
en el que no puedes tratarnos por igual.

Disfrutas pisotearnos con cruel afán,
creyéndote superior por tu posición,
nuestra humillación es tu diario pan
y la burla tu típica intención.

Crees hacernos daño con la eterna saña,
sueñas con mirarnos temblar al verte,
 pero es inútil, solamente te engañas,
la adversidad sólo nos hace más fuertes.

Serás víctima de tu enojo,
olvidas que quien escupe al cielo
suele padecer la ley del ojo por ojo,
y tarde o temprano, desconsolado besarás el suelo.

La justicia divina muchas veces tarda,
pero no siempre espera a que mueras,
no cuesta nada llevar una vida noble y gallarda,
es de lo que te pierdes, ojalá lo supieras.

Antes de despedirme déjame decirte
que no te acomodes en tu falso trono,
porque tu maldad no hace más que herirte
y el dolor ajeno no devolverá tu aplomo.

Y aunque quizás tu fortuna haya crecido,
con todo el sudor exprimido en nosotros,
la paz que presumes jamás la has tenido,
tu conciencia cobrará el perjuicio nuestro y el de tantos otros.

1 comentario:

Win dijo...

Escrito que será parte de mi próximo libro.