lunes, 30 de julio de 2012

LA PLENITUD DE LO REMANENTE

Me encanta el sin sentido. No me ofende más. Es como una droga para mí. Desearía dejarlo, pero no puedo. Confieso que no lo sabía.

Al fin pude apagar el maldito televisor, y el silencio remanente me hizo pedazos cuando me escuché a mí mismo, me astilló el cerebro.

Me siento tan libre que apenas me doy cuenta de lo esclavo que soy. Todo parece una ilusión.

Mi mayor paradoja es creer en una sola vida, y dejarla ir sin reflexión, como un autómata.

Soy una patética caricatura de mi mayor temor: el mítico Sísifo. Temo convertirme en lo que ya soy. Al parecer, es tarde ya. ¡Qué más da!

Estoy inconforme con toda la mierda del mundo maravilloso en el que vivo, pero no puedo evitar que al estar en medio y rodeado de ésta, me sienta como tal.

Es desalentador descubrir que casi todas las cosas sagradas que siempre creí, no lo son. Es decepcionante haber ignorado tanto y saber aún tan poco. ¡De cuánto me he perdido hasta ahora! Invertí lo poco que tenía en unas mentiras espectaculares. Sembré mi futuro en el idealismo. Le aposté todo. Y perdí. La realidad se ha llevado casi todo lo que había construido. Mis ideales...ahora castillos de arena. Las olas del tiempo cada vez se llevan más, grano a grano...cada vez queda menos. Yo no he querido elegir mis residuos. Han tenido que ser estos. Me he quedado con tan poco del oropel que anhelaba hace muchos años.

No. Mi esperanza no descansa en esa idea hermosa y absurda de "la otra vida", sino en defender con todo ahínco lo poco que logre conservar y vivir consciente de que traté a más no poder de conducir mi existencia con la mayor soberanía posible y concebible de mi ser. Sin temer al rechazo o desprecio de los demás, sin desear que estén de acuerdo conmigo. Quiero saberme realmente dueño de mí.

No existe empatía alguna capaz de sentir lo miserable e infeliz que uno se siente cuando todo se va al demonio. ¿Quién podrá imaginar mi más profundo dolor cuando lo experimente? Dicen que los dioses lo hacen, pero ya no lo creo. Mas qué importa la imaginación, ¡quién podría sentirlo como yo! 

Todo lo que me ocurra será porque lo habré querido...o porque lo habré permitido. Ojalá no me toque luchar contra lo inevitable, a no ser que se trate de la muerte, para la cual no conozco defensa efectiva.

Me voy. No es novedad. Siempre me estoy yendo. Es comprensible cuando parece necesario y obvio, pero a veces absurdo e inexplicable cuando no tengo razones para hacerlo, y aún así, lo hago.

Me voy. Espero no hacerlo cuando más me necesites. Ojalá no lo haga cuando menos deba.