martes, 7 de junio de 2011

APOTEOSIS DE LOS NÚMEROS (PARTE DOS)

(FINAL)


Nota: Antes de leerla, te recomiendo leer la primera parte, aquí el link: APOTEOSIS DE LOS NÚMEROS

-Triviales son sus explicaciones, razonamientos y cavilaciones! -interrumpió el Sr. TRES- Yo no necesito decir mucho para demostrarles mi supremacía. Simplemente soy un número sacro, el más sagrado de todos. Así lo considerarán los pueblos más antiguos de la humanidad. Seré el más venerado entre los celtas, esenios, asirios, caldeos, egipcios, griegos, romanos y judíos; y un poco más tarde en la India, China y demás pueblos civilizados. Tres serán los dioses más importantes para las principales civilizaciones. La mitología romana –una copia nada disimulada de la griega- dividirá al Imperio del mundo entre sus tres dioses: Júpiter, como dios de los cielos; a Neptuno como señor de los mares, y Plutón como el tirano del inframundo o infierno. Además confiarán el hilo de los existencia humana –su destino- a tres parcas: Nona, Décima y Morta. Por su parte los egipcios tendrán a Isis, Osiris y Horus. Los hindúes a Brahama, Vishnú y Shivá. Entre los escandinavos contarán con Odín, Vile y Ve. Los godos venerarán a Wotam, Freya y Thor. Los aztecas tendrán a Huitzilopochtli, Tlaloc y Texcatlipoca. Y finalmente, entre los católicos se adorará a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, aunque insistan es que se trata de un solo dios. Además tres serán los fundadores de las religiones más grandes del mundo: Moisés, Jesús y Mahoma. Cabe mencionar que dentro de la religión católica, seré un número particularmente llamado a recordar algún evento crucial: tres serán los magos que viajarán desde muy lejos para adorar al niño Jesús, los que le obsequiarán tres regalos: oro, incienso y mirra. Tres de los discípulos del Mesías le ofenderán de alguna manera: Pedro lo negará tres veces antes que cante el gallo en igual número de ocasiones, Judas lo venderá por treinta monedas de plata y Tomás dudará que hubiese resucitado. Además, según la Biblia, Jesús no morirá solo. Ese día serán tres los crucificados: Él y dos ladrones, Dimas y Gestas. Tres serán los clavos que perforarán el cuerpo de cada uno, sobre tres cruces que se alzarán en la cima del Gólgota. El Hijo de Dios palestino morirá a las tres de la tarde y resucitará al tercer día. Si aún con todo esto dudan de mi carácter sacrosanto, he de agregar que también seré tomado como el número Perfecto gracias al filósofo Platón, quien me considerará como la imagen del Ser Supremo en sus tres personalidades: la material, la espiritual y la intelectual, elementos que también determinan a la unidad hombre. Otro gran pensador que nacerá entre los griegos, Aristóteles, también me reconocerá como el que contiene en sí al Principio, al Medio y al Fin, símbolo de la perfecta armonía. El tiempo será dividido en tres partes: presente, pasado y futuro; los periodos del día serán tres: mañana, tarde y noche; así como tres son las capacidades intelectuales en el hombre: la memoria, el entendimiento y la voluntad. Tres aspectos son esenciales en su vida: el cuerpo, el alma y el espíritu. Tres son las cualidades esenciales del Ser Supremo: infinito, eterno y todopoderoso. Tres son los colores primarios: el amarillo, el azul y el rojo. En física, los estados naturales propios de los cuerpos también son tres: sólido, líquido y gaseoso. En la naturaleza existen tres reinos: el animal, el vegetal y el mineral. En las bellas artes se presentan tres tipos de estudios fundamentales: la pintura, la escultura y la arquitectura. Tres lados tiene la forma geométrica más estable entre las cerchas o armaduras usadas en la construcción de edificaciones y puentes. Así podría continuar durante largo tiempo, pero mi intención no es agotarlos con todas mis afirmaciones, sino persuadirlos de mi legítimo valor.

-Bastante tedioso ha sido el escucharte, con todo y que advertiste inicialmente que no necesitabas mucho para demostrarnos tu aparente supremacía sobre nosotros-interrumpió airosamente el CUATRO-; en fin, ya que tus principales razones descansan en interpretaciones místicas y quizás hasta esotéricas, dime algo: ¿dónde se apoyaría tu pedestal de oropel si todos esos dioses que mencionas no existieran? Si todos no fueran más que una invención humana para tratar de explicarse lo que no entiende, todo aquello que la mente del hombre no comprende. Recuerda que en el albor de la humanidad, el hombre creerá ingenuamente que la mayoría de los fenómenos naturales, inexplicables y confusos hasta entonces, no pueden ser obra más que de “seres superiores a él”, los cuales “amablemente” protegerán su vida, “enviándole” la lluvia, las cosechas, la salud, etc. El dios-Sol gentilmente proveerá de luz durante el día, y la diosa-Luna a veces lo hará de noche. Verás que muchos siglos después el hombre mismo descubrirá que estos fenómenos “milagrosos y extraordinarios” no tienen nada que ver con la intervención de sus supuestos dioses. Por otro lado, mi idiosincrasia e influencia en el universo es vital. Tengo un carácter orientador, guía, soy un faro luminoso en el vasto océano del hombre que navega por este oscuro mundo ininteligible. Soy la brújula de algo que aún miles de años después de hoy el hombre seguirá sin entender totalmente: el tiempo y el espacio. A través de mí se nombrarán cuatro estaciones del año, cuatro fases lunares y cuatro puntos cardinales. El día en realidad se halla dividido en cuatro partes, y no en tres como aseguró mi antecesor, las cuales son: mañana, tarde, noche y madrugada. La mayoría de los meses tendrán cuatro semanas, y cada cuatro años habrá un año bisiesto. También cada cuatrienio se celebrará en diversas partes del mundo eventos deportivos de gran magnitud, como las olimpiadas, originarias de Grecia. Una gran mayoría de gobiernos se dividirán en cuatro poderes: el ejecutivo, el legislativo, el judicial y el electoral. El hombre se desplazará por los caminos a través de vehículos que en la mayoría de los casos tendrán cuatro ruedas. A diario se sentará a comer en mesas provistas, normalmente, de cuatro patas, al igual que el número de apoyos sobre los que se sostendrá su cama, mientras descanse por las noches. El cuadrado y el rectángulo serán las formas preferidas por los humanos en sus obras, pues así serán sus libros, ventanas, puertas, pisos, habitaciones, casas, canchas deportivas, etc. Rectangular será la cuna en los primeros años de su infancia, y así misma será la forma de su ataúd al momento de enterrar su cuerpo, en el ocaso de su existencia. ¿No es acaso esto suficiente para reconocer mi magnificencia?

-No contestaré a tu pregunta –intervino el CINCO- y realmente ya sabes la respuesta que te darían los primeros tres compañeros. Yo no soy más que un número, una entidad abstracta inventada en la mente del hombre, y no tengo mayor importancia que la magnitud que represento. Este valor en sí es mayor que el de cualquiera de ustedes. Esa única y sencilla razón bastaría para creerme superior, pero no es así. Los cierto es que no soy más que una pizca de partícula nanoscópica en el infinito mundo de los números. Y cualquiera de los demás colegas que me suceden posee un valor numérico mayor que el mío, y por tanto que el vuestro. De intervenir cada uno de los restantes, esta tertulia duraría una verdadera eternidad. Y en todo caso, sería innecesario. Más fructífero sería comprender que cada uno de nosotros conforma el eslabón de una cadena sin fin. La falta de cualquiera provocaría una discontinuidad, una alteración del orden, un vacío. En realidad nuestro valor descansa en el todo que constituimos. Somos apenas una de las pocas llaves a través de las cuales la ciencia abrirá muchas puertas, y cerrará otras. Somos el preludio y la base sobre la que se cimenta el conocimiento. Somos un destello de la omnipotencia con la que el hombre soñará constantemente hasta el fin de los tiempos.

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