sábado, 23 de abril de 2011

“ACTUALIZACIÓN” DE LOS 10 MANDAMIENTOS


Conoces lo mandamientos de la Ley de Moisés? Hace cuánto tiempo los aprendiste? Más que conocerlos de memoria y en orden, es más importante saber si aún los practicas, si los cumples. Si aún tienen vigencia en tu vida o ya “caducaron”.


"Todos mienten" Dr. House.

Algunos mandamientos, como el octavo: “No dirás falsos testimonios ni mentirás”, parecen ser muy idealistas, ya que, como repite constantemente Dr. House en la serie de Tv, todos mienten. Es un hecho, admitámoslo. Sé que puede sonar cínico, pero a veces es cierto aquello de que “piensa mal y acertarás”. Por otra parte, en cierta forma nos dejamos engañar a propósito, nos gusta que nos pinten un mundo maravilloso, ya sea los publicistas en la Tv o los políticos en sus discursos demagógicos, a sabiendas muy en el fondo- y a veces no tan en el fondo- que no son realistas sus grandilocuentes promesas. Y en el plano amoroso ya ni se diga, sobre todo si la persona que endulza nuestros oídos es hábil en el arte de la persuasión para conseguir lo que quiere, a través de la palabrería que deseamos escuchar, y sobre todo, creer. Muchas veces no es el otro un gran orador, si no uno el que se deja engañar fácilmente.

En esta línea está más o menos orientada la breve pero concisa e incisiva obra del filósofo español Fernando Savater, titulada “Los diez mandamientos en el siglo XXI” Tradición y modernidad del legado de Moisés. He de confesar que cuando vi el nombre del libro no me apeteció mucho leerlo, pero no pude obviar esa última parte del título que dice “…en el siglo XXI”. Qué novedad tendría que contarme este escritor peninsular acerca de algo que aprendí desde aproximadamente los 10 años de edad? Qué habría de nuevo bajo el sol si estudié en un colegio católico durante 12 años de mi vida, entre los cuales fui parte de varios grupos juveniles religiosos? Fuera de eso, en mis años universitarios también fui miembro de comunidades religiosas? Y no omito mencionar que durante mucho tiempo asistí a misa más de una vez por semana. Qué podrían contener esas 71 páginas sobre la Ley de Dios que yo no hubiera leído o escuchado ya? Pues bien, la respuesta una vez que acabé el libro fue: mucho!


Moisés recibe los 15, perdón, 10 mandamientos.
La loca historia del mundo (1981), dirigida por Mel Brooks.

Después de una breve introducción acerca de la temática, Savater analiza cada mandamiento en el orden presentado históricamente, iniciando con un diálogo entre él y Dios. Estas conversaciones suelen ser muy atrevidas y creo que los más fervorosos podrían considerarlas como irrespetuosas, porque el filósofo trata a la deidad de igual a igual-al fin y al cabo, según dicen el hombre fue hecho a imagen de Dios, o no?-y la plática es más que franca. Es directa, cargada con una crítica cruda que cuestiona, reclama, objeta y hasta se vale de un poco de humor e ironía para darle “sazón”.

El primer mandamiento, según el escritor, delata a Dios como sumamente excluyente y posesivo -cualidades muy humanas- por querer toda nuestra atención y dársela únicamente a ÉL. Esta unicidad de Dios, según algunos representa un progreso espiritual, pero a la vez conlleva la semilla de la intolerancia; con todo y que los israelitas, según el teólogo Ariel Álvarez Valdez, eran monólatras (creían en la existencia de muchos dioses pero solamente adoraban a uno). Precisamente este atributo de Dios, el ser único y excluyente, es lo que ha provocado en cada una de las religiones del mundo la incompatibilidad entre ellas, puesto que si cada una cree adorar y seguir al “único y verdadero Dios”, las vuelve intolerantes y enemigas de las demás, que defienden exactamente la misma legitimidad. Sin embargo, sucede que cuando cierta religión se debilita, perdiendo poder y hegemonía en el plano terrenal, como en el caso del Catolicismo, se vuelven tolerantes. Hoy si yo no comparto la fe de los cristianos, nadie puede llevarme ante el Tribunal del Santo Oficio, como hubiese pasado unos 4 siglos atrás.



La Santa Inquisición en "plena faena".

La democratización de los pueblos exige como rasgo fundamental la tolerancia e igualdad de derechos, lo cual resta mucho poder a cualquier religión que quiera pasar por encima de los mismos, reclamando a la sociedad aquella exclusividad de culto de antaño.

“Nadie ofrece tanto como el que no piensa cumplir” fue una de las mejores frases que encontré cuando analiza el segundo mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano. Y no sé por qué me recordó a los políticos. Y la de Napoleón Bonaparte no se queda atrás: “La mejor manera de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás”. Pese a que vivimos en un mundo en el cual jurar y prometer han perdido mucho peso –los novios y esposos se juran amor eterno, los políticos prometen el cielo y la tierra, los procesados y testigos juran que dirán la verdad con la mano sobre la Biblia, etc.-, irónicamente ese mismo mundo es el del crédito (las tarjetas de crédito, préstamos, conversión de divisas, compras por internet, hipotecas y otros).

Del tercer mandamiento: Santificarás el día del Señor, comenta el escritor que es el único en el que se nos pide algo divertido: descansar. Es el mandamiento más fácil de cumplir y el más hedonista. Yo considero que es prácticamente innecesario pedirnos algo que de hecho, por necesidad y a la vez por placer, tenemos y queremos hacer. Ningún humano puede trabajar ininterrumpidamente sin descansar. Por otra parte, el ocio y la diversión es algo natural en la vida social y a la vez privada del hombre. Algo que aunque no se lo impongas ni se lo recuerdes, lo buscará siempre que pueda. Triste es cuando no se tiene “algo” –trabajo- de qué descansar, señala el filósofo.


Cuando no se tiene de qué descansar, ¿cómo cumplir el 3er. mandamiento?

“Honrarás a tu padre y a tu madre”, reza el cuarto mandamiento. Creo que toda persona bien nacida tiende a amar a sus padres de forma casi espontánea, comenta Savater. Además señala que no es saludable llevar el mandato a niveles extremos, donde la autoridad excesiva de los padres les impide a los hijos conseguir su propia autonomía. Me llamó poderosamente la atención que le dedica unas cuantas líneas al término autoridad, el cual viene del latín “auctor”, que significa “lo que hace crecer, lo que ayuda a crecer”. El escritor nos recuerda que la autoridad paterna es todo lo contrario a la tiranía, porque el interés del tirano es mantener en infancia perpetua  a aquellos a los que quiere someter. La verdadera libertad es la que proporciona al hijo los elementos para alcanzarla. Vale la pena también recordar la parte en que dice:”la educación es básica en el desarrollo de la libertad. Pero éste es un tema que encierra un drama. El éxito de educar bien significa quedarse solo”. Sin palabras. Simplemente muy acertado, pese a lo nostálgico que pueda parecerle a los padres.

“No matarás”, el quinto mandamiento, y ya vamos a mitad del camino. Es un mandamiento indiscutible y a la vez nada original. Desde mucho antes de Moisés ya existían en otros pueblos, normas sociales que prohibían matar. Y la razón es más que obvia: mantener un orden social y una buena convivencia entre las personas. Sin embargo Savater le achaca a Dios que debe reconocer que estamos frente a una gran contradicción. En la historia se ha matado más en tu nombre que en el de los demás dioses. Y continúa cuestionándole: Tú dices “No matarás”, pero tú nos matas a todos. No cabe duda que eres el gran asesino universal.


Representación de El Ángel de la Muerte.

Merece recordar cuando el filósofo le pregunta a Dios: Recuerdas la guerra de los albigenses? Seguro que sí. En una ciudad habían decidido pasar a cuchillo a los pobres albigenses. Le preguntaron al obispo cómo había que hacer para reconocer quiénes eran herejes y quiénes no antes de ejecutarlos, entonces tu representante en la tierra recomendó matarlos a todos, ya que Dios reconocería a los suyos.



El quinto mandamiento –señala el filósofo- es una ley de extremos, porque cubre las puntas, los cabos de la vida. Por una parte, dónde empieza la muerte, qué la produce? Cuándo podemos dar por irreversible el fin de una persona? En el otro extremo: cuándo empieza la vida, cuándo se da el nacimiento y un conjunto de células, un embrión, se convierte realmente en una persona?

Del sexto mandamiento, recuerdo la frase de Woody Allen que cita el autor: “El sexo con amor es lo mejor de todo, pero el sexo sin amor es lo segundo mejor inmediatamente después de eso”. Y la mayoría de la gente piensa así, asegura Savater. Además comenta que cuando se dio a conocer el mandamiento, no tenía mucho que ver con el pudor ni el honor de la persona engañada, sino más bien con la herencia y la transmisión de la propiedad. Quizás entre los pobres no se perseguía el adulterio porque no tenían nada qué dejar a sus hijos. Distinto era entre los ricos, entre personas pudientes, que necesitaban mantener clara la línea de descendencia para poder transmitir sus bienes.


Nunca he visto esta señal en las carreteras; 
supongo que en EEUU sí existe.

Por otra parte, no menos interesante es la frase de Lope de Vega mencionada en el libro: “No quiso la lengua que de casado a cansado hubiese más que una letra de diferencia”.

En fin, el análisis sobre este sexto mandamiento puede ser polémico pero su reinterpretación es necesaria puesto que los tiempos y sobre todo el comportamiento social y equidad de género han cambiado mucho desde que se quiso imponer la ley mosaica.

“No robarás”, exhorta el séptimo mandato. Según el filósofo, en un inicio este mandamiento se refería a los secuestros, a no robar almas, es decir, a otros seres humanos, más que a bienes materiales. En lo particular, me impactó la frase de Mahatma Gandhi: “Todo lo que se come sin necesidad, se roba al estómago de los pobres”. Es muy dura y fuerte dentro de la sociedad consumista en la que vivimos, misma en la que día a día se suman más pobres a la lista. En esta parte del libro también “desfila” Pablo Neruda aseverando una gran verdad de los tiempos modernos: “El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba pan”.

Con el octavo mandamiento, “No levantarás falsos testimonios ni mentirás”, llega uno de los mandatos más difíciles de cumplir. Pues el mismo Goethe comentó que Dios nos había dado la palabra para que pudiéramos ocultar mejor nuestros pensamientos.

Bastante cínica pero verídica es la frase que describe Savater de Otto von Bismark: “Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería”. Y la de Nieztsche no es menos verdadera: “Lo que me preocupa no es que hayas mentido, sino que de ahora en adelante ya no podré creer en ti”.


Clásico de clásicos!

Savater comenta que hay mentiras que pueden ser incluso de cortesía, poéticas, que no tienen que escandalizar ni perturbar. Muy al contrario algunas se encuentran integradas ya en el juego social. Lo importante de la mentira es el contexto y a quién se miente. Dignas de revisión son las situaciones en las que el filósofo indica que se puede o es conveniente mentir, en contraste con Kant, quien en un opúsculo que escribió dijo que no podía mentirse en ninguna ocasión, ni siquiera para salvar la vida de un inocente, estás de acuerdo?

Los últimos dos mandamientos se refieren a la codicia y envidia: “No desearás a la mujer del prójimo” y “No codiciarás los bienes ajenos”. En la época de Moisés, la mujer era considerada prácticamente como un objeto, una pertenencia más del hombre. En cambio en la actualidad eso de mujer del prójimo, a Savater le suena como si ella fuera un objeto o una propiedad, lo cual no sintoniza con los tiempos liberables ni feministas que vivimos. Ya que hoy ninguna mujer acepta ser de nadie, enfatiza el filósofo.

Este es un mandamiento que se desdobló con el paso de los años, se prohibió desear a la mujer, y se puso el resto de las propiedades del prójimo en otra ley, asegura el escritor.

“Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer, mientras no la ame”,  decía Oscar Wilde. Será cierto?

Ya para no extenderme de más, y en lugar de ello recomendarles el libro, les dejo la siguiente frase, expuesta en el análisis del último mandamiento:

“Uno debe codiciar los bienes ajenos para  poder progresar”  Martín Caparrós.


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