miércoles, 31 de agosto de 2011

UN TAL PELEO

Peleo: bien podría ser la conjugación en tiempo presente de la primera persona del verbo "pelear", sin embargo, Peleo -con mayúscula- es otra cosa totalmente diferente. Bueno, no cosa, más bien, un personaje -ficticio, por cierto- de la riquísima mitología griega, de cuyas aguas también se nutrió la romana.

No profundizaré en el origen de Peleo, ya que temo suceda lo mismo que con otros mitos griegos: hay varias versiones acerca de quien era su padre o su madre, que si nació en tal pueblo, que si fue en otro, etc. Lamentablemente, los poetas y escritores griegos que difundían los mitos en aquellos tiempos, no se ponían de acuerdo respecto a una sola versión, y actualmente suelen disponerse de varios orígenes de un mismo personaje. Y qué mejor ejemplo que el origen de Afrodita (la Venus romana), que según una versión era hija del todopoderoso Zeus y de Dione (una titánide según Apolodoro, o una pléyade según Higino, ¿quién da mas?), pero la versión más aceptada por los estudiosos del tema, es que era hija de un único dios: Urano, cuyo "cariñoso" hijito, Cronos, le cortó los órganos genitales y los arrojó al mar. Las corrientes los fueron arrastrando constantemente y se fue acumulando una espuma blanca dentro de una concha hasta que se formó de manera fantástica una mujer: Afrodita.

Afrodita, surgida de la espuma del mar.

Pero volviendo con el bastante desconocido Peleo, les contaré que, según el mito, una hermosa noche de luna llena vio en la orilla del mar a la bellísima Tetis, y se enamoró de ella (al parecer entre los dioses y mortales griegos el amor a primera vista era muy común). Pero cómo sabemos que era "bellísima"?, bueno, eso lo supose yo, porque si dos de los dioses cosmogónicos más poderosos, Zeus y su hermanito Poseidón, la habían pretendido, no creo que fuera  solamente por su belleza "interior". Pero el destino, personificado en las Moiras, esta vez no le daría gusto a ninguno de esos dioses mayores y favorecerían, milagrosamente, a un mortal. Quién sería el afortunado? Ningún otro más que Peleo. Y ni modo, los concupiscentes dioses tuvieron que hacerse a un lado.

Pero el mortal aún no la tenía fácil. Tetis era una diosa, y no se dejaría seducir (o más bien atrapar) sin dificultad. Para esto, el gran Peleo hizo lo que uno debería hacer cuando no sabe cómo conseguir algo: pedir consejo a quien sí sepa, dejando del lado el orgullo y la soberbia. Y su apoyo lo encontró en el centauro Quirón, quién le reveló que para que la codiciada diosa pudiera ser suya, tendría que tomarla FUERTEMENTE de las manos y NO LA SOLTARA, pasara lo que pasara. Me pregunto si este tipo de consejos, contenido en las historias de antaño, de alguna manera alentaron la violencia y/o violación sufrida por las mujeres, tan común en la época romana (en que el soldado romano no preguntaba ni cortejaba, en su lugar tomaba a la fuerza). Pero bien, Quirón sabía por qué lo decía y ésto fue precisamente lo que hizo Peleo. La tomó fuertemente y la diosa ipso facto acudió a sus poderes divinos para librarse, convirtiéndose en diversos elementos y animales. Según algunos mitógrafos, la diosa se transformó primero en fuego (no se quemaría las manos el tal Peleo?), y en vista que este hostinado hombre no la soltaba, se convirtió en serpiente (técnica que aún hoy en día parecen utilizar algunas: son muy resbaladizas!). Pero tampoco la soltó en su forma reptil, y entonces se transformó en un león (te imaginas luchando solamente con las manos ante esa bestia?), y el fortachón de Peleo no la liberaba de sus brazos. Entonces Tetis se transformó en agua, pero fue inútil, no pudo escaparse del abrazo hermético del mortal (aunque no concibo cómo podrías apretar fuertemente a una mujer de agua). Total, la diosa se dio por vencida. Ya estaba cansada y bien magullada, y no tuvo más que ceder a los favores solicitados por Peleo. Se casaron en una pomposa boda, en la que se produjeron los eventos que desatarían la Guerra de Troya, pero esa es otra historia, mucho más conocida y popular que la de Peleo.

Bodas de Tetis y Peleo, por Abraham Bloemaert

Moraleja? Luchar incansablemente por lo que se quiere hasta conseguirlo? Ser insistente y terco como Peleo? Siempre recordaré una de la veces que insistí con demasía para conquistar un corazón "salvaje", la historia no terminó bien. Cuidado con la lucha insansable por causas perdidas, puede convertirse en una victoria pírrica, tan común y muchas veces desapercibida. Ya otro día les escribiré sobre lo "pírrico".






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