Pensé que la escritura de un
diario era algo pasado de moda, o en todo caso, un remanente que solamente practicaban
algunas adolescentes o ciertos literatos y científicos. Sin embargo, para mi
sorpresa, no es así. La inmensa mayoría de usuarios de Facebook lo desmienten.
No imaginaba que las personas, de todas las edades, gustos y condiciones
sociales, tuvieran la necesidad visceral de narrar de forma tan frecuente y
sistemática cada actividad diaria, por muy trivial e insignificante que sea, al
resto del mundo (o de dicha red social).
No deja de sorprenderme –y
decepcionarme en la mayoría de los casos– la manifestación del “estado del
usuario”, en el que se narra, a manera de autobiografía minuciosa y casi a un
grado obsesivo-compulsivo, a qué hora te levantaste, si estás de buen ánimo o
no, qué desayunaste (incluyendo la foto del alimento), cuántas cucharadas de
azúcar le pusiste a tu café, que si pan blanco o integral, que si te lavaste
los dientes con tu cepillo nuevo comprado en “X” tienda, que si saliste a las
8:00 am de tu casa, que si estás atorado en un congestionamiento vehicular, que
si traes puesta la camisa que te compraste ayer en “X” tienda exclusiva, que si
ya llegaste al trabajo, que si tienes sueño o estás desvelado, que si tienes
hambre o quieres ir al baño, que si se te antoja algún alimento en especial,
que si nos presumes tu camioneta o tu casa nueva (subiendo la foto, por
supuesto!), que si ya compraste el último “juguetito” de Apple, que si adelgazaste
200 gramos en el último mes o si acabas de correr 10 kilómetros, que si un
policía de tránsito te miró “feo”, que si odias a tu jefe o te aburres mucho en
tus clases, que si amaneciste más “bella” que ayer, que si tu mascota no comió,
que si se te quemó el primer pastel que intentaste cocinar, etc., etc., etc.
Entiendo la necesidad de
socializar y compartir ciertas experiencias relevantes con nuestros amigos y
ciertos conocidos, pero honestamente se publica tantas cosas nimias, tontas y
fútiles, que no le veo el caso que te permitas expresarlas, y menos aún, que
los demás pierdan el tiempo leyéndolas.
No sabía que la gente tenía reprimida
esa vocación de querer describir cada diminuto paso de su vida diaria, que todos
quisieran presumir -como un infante- cada juguete nuevo adquirido, o de llamar
la atención a toda costa, como un acomplejado. Al parecer existe mucha gente
sola y deprimida, necesitando urgentemente ser leída por los demás, aún en
cosas que no nos interesan para nada, en lo absoluto, como que si el corte de
carne que se comió estaba bien cocido o crudo, o que si al ir caminando por la
acera pisó accidentalmente un excremento de perro. Por favor, ¡A quién le
importa!
Al parecer Andy Warhol tenía
razón cuando hace algunas décadas dijo que “en el futuro cualquier persona será
famosa durante 15 minutos”. ¿Es eso lo que buscan describiendo detalladamente
la vida personal a cada instante? ¿Unos cuantos minutos de fama? ¿Cuánto vacío
puede llenar uno, diez, mil o un millón de “likes”?
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